Las losas o placas (fig. 4.3) son elementos de cimentación
cuyas dimensiones en planta son muy grandes comparadas con su espesor y que, en
general, definen un plano sobre el que apoyan los pilares o muros de un
edificio.
Figura 4.3 Losa de cimentación.
Las losas y las zapatas corridas eran ya utilizadas en las civilizaciones antiguas. Los caldeos y asirios las construían uniendo bloques cerámicos macizos con asfalto natural. Los griegos, chinos, mayas, etc. colocaban grandes sillares unidos cuidadosamente con llaves de plomo o hierro. Por ejemplo, en el Mausoleo de Halicarnaso se emplearon bloques de 0,90 x 0,90 x 0,30 unidos por grandes grapas. A partir de los romanos la cohesión de los sillares se conseguía con diversos morteros hidráulicos y se conocen grandes plataformas de ladrillo construidas por los árabes, holandeses, etc. Con el descubrimiento del hormigón en masa o armado, este material pasó a ser el componente exclusivo de este tipo de cimentaciones.
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