La función de una cimentación ante un sismo es brindar al edificio una base rigida y capaz de trasmitir al suelo las acciones que se generan por la interacción entre los movimientos del suelo y de la estructura, sin que se produzcan fallas o deformaciones excesivas en el terreno.
De una fundación correcta depende el éxito de una estructura. La cimentación de un edificio debe cumplir con:
Trasmitir al terreno las cargas estáticas.
Trasmitir las cargas dinámicas.
Dimensiones ajustadas a la capacidad de resistencia del suelo en el tiempo.
Que los asentamientos no superen los límites admisibles.
Prevenir los asentamientos por sobreconsolidación.
Prevenir la licuefacción del suelo en caso de sismos.
Trabajar en conjunto, limitando los desplazamientos diferenciales, horizontales y verticales, entre los apoyos.
Cuando es factible elegir el sitio donde se ubicará el edificio, es conveniente un lugar de terreno firme, libre de problemas de las amplificaciones locales del movimiento del terreno que suelen presentarse en los terrenos blandos, y de asentamientos excesivos y pérdida de capacidad de apoyo que ocurre en alguna arenas poco compactas con un sismo.
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