Antiguamente, los muros eran de gravedad, de mampostería u hormigón en masa, de sección prácticamente constante, con anchuras del orden del 30% de su altura, Hoy día, se sustituyen en muchas ocasiones por muros de hormigón armado, disminuyendo su espesor, con lo que también lo hacen las tensiones de la cimentación. En estos casos es muy frecuente acudir a formas de L y T invertida, en las que se disminuye el volumen de la fábrica a cambio de una conveniente armadura.
Estos muros pueden normalizarse con gran facilidad y, de hecho, en la literatura especializada se encuentran diversos casos de colecciones de muros en L y T normalizados. Por ejemplo, el libro de M. Newman (<Standard cantilever retaining walls» (Mac. Graw Hill, 1976) contiene una detallada colección de estos tipos.
También existe una colección de muros normalizada
oficialmente en España (Norma NTE-CCM, 1979), que considera únicamente los
muros de hormigón armado del tipo que se esquematiza en la fig. 7.17. Este caso
de muros en T invertida tiene la ventaja de que las tierras del trasdós del
muro actúan como peso compensador sobre la propia zapata del muro, con lo que
se consigue un efecto muy favorable.
Fig. 7.17—Muro tipo de la NTE-CCM 1979 (con base inclinada u
horizontal).
El cálculo de este tipo de muros se basa, en general, en suponer un estado
Rankine en el terreno, añadiendo diversas consideraciones simplificativas de
tipo empírico. Entrar en el detalle de estos métodos sería muy largo. En el
libro de J. A. Jiménez Salas y otros «Geotécnia y Cimientos 11» (Ed. Rueda, 1976) puede
verse el método de Hairsine para el proyecto de estos murosy una idea
Fig.
Proporciones orientativas en muros en T invetida.
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